Federico García Lorca consagró en La casa de Bernarda Alba la historia de una mujer que decidió combatir la viudedad de sus dos matrimonios con un riguroso luto.
La foto de Díaz Ayuso en la portada de ayer de El Mundo me ha recordado a cualquiera de las cinco hijas de Bernarda, aquellas que se vieron atrapadas hacia un negro textil profundo y sintomático de una sociedad tradicional de fuertes contrapesos mentales.
Definitivamente, la comunicación política en tiempos de pandemia se nos ha ido de las manos. Comprobar que en mitad de esta tormenta que arrecia sobre España, se saca tiempo para estas campañas de imagen, supuestamente cuidadas y diseñadas desde un punto de vista estratégico algunas de ellas, es desolador. Echemos la vista atrás de lo que han dado de sí estos dos meses de coronavirus en imágenes, dos meses de errores infantiles de gabinetes desbordados. Ocho fotos que a nosotros nos despiertan siempre la misma pregunta: ¿nadie les advirtió de esa foto?
1. Vox, pillado en el primer asalto
Vox reúne en el Palacio de Vistalegre una fervorosa muchedumbre, no para reivindicar mejora alguna o avance para el país. Su objetivo es contraprogramar el 8M violeta. Sólo eso. Como siempre. El general Smith entra en escena con pañuelo en mano, tosiendo, horas después sabríamos que era el primer político, de la alta esfera, en contagiarse de coronavirus. Los síntomas, más que evidentes, desafiaron aquel domingo el sentido común de haberse quedado en casa. La luz de los focos pesa más y “el pueblo me necesita”, debía pensar el intrépido Smith. Ese día te necesitaba, tu pueblo, en casa.
2. Pedro Sánchez, primer presidente con mascarilla
Varias semanas después de sólo verlo en ruedas de prensa, el presidente del Gobierno decide dejarse ver en la calle. Acude a una empresa donde se fabrica material sanitario y quiero mostrarse cauto, con mascarilla, haciendo gala de las recomendaciones protectoras. Se baja del coche con ese ritual institucional del momento. Pero la mano va al interior de la mascarilla y plofff todo el ceremonial por el suelo. De aquella foto sólo sacábamos en claro que Pedro Sánchez tenía que practicar más con la mascarilla.
3. Espejito, espejito
El abatimiento de todo un país se refleja a la perfección en la imagen que Pablo Casado subió a sus redes en blanco y negro, ante el espejo de un baño con olor a derrota. Nuestro abatimiento no es sólo por la cuenta sin fin de fallecidos, que también, sino por ver tanta impostura en la primera línea de la clase política de un país del primer mundo, o eso dicen, por lo menos. Produce vergüenza ajena sólo pensar que en aquel baño había una asesor de imagen diciendo: “eso es, Pablo, un poco más de tristeza en tu cara”. Pues eso, tristeza y mucha.
4. Más hielo sobre el hielo
El cierre del Palacio de Hielo como morgue dejó otra imagen para la posteridad. Las mascarillas ese día venían de lujo para disimular las caras largas de los asistentes, demasiados alejados de una empatía que ha estado ausente desde el estallido de la crisis. No dudamos que esa foto, distanciamiento social mediante, tuviera que ser así con las normas de protocolo en la mano, pero se echa en falta otro tipo de imagen, con mayor dosis de humanidad, como recuerdo de la visita a una pista de hielo que ese día se quedó más frío, si cabe.
5. Teatro en la Catedral
Coincidiendo con el pico más mortífero de la curva de covid, maldita curva, la chica de la curva lució su primer modelito negro durante la misa en la Almudena por los fallecidos. Las lágrimas, con el rímel corrido moflete abajo, eran de Díaz Ayuso. Ese día ponían en La Almudena teatro, incluso la presidenta pidió ausentarse de la reunión con el Gobierno y el resto de comunidades autónomas, ya se sabe que unas buenas entradas ante espectáculos de este tipo nunca pueden desaprovecharse.
6. Contando ovejas
Pablo Casado es, sin duda, junto a la presidenta madrileña quien peor está gestionando su imagen pública durante esta crisis. Saltarse el confinamiento al que seguimos expuestos el resto de españoles, tiene estas cosas: que la gente lo mira todo. Y como estamos aburridos en casa, hasta contamos ovejas para conciliar el sueño. No era necesario que el líder del PP viajara hasta una granja para colocar un mensaje a favor del sector agroalimentario, al que hay que agradecerle mucho su esfuerzo diario para garantizar el suministro de alimentos. No era necesario, pero alguien debió pensar que sacarle una foto rodeado de ovejas era una buena idea.
7. La mantita del Congreso
Qué lejanos quedan aquellos tiempos en los que te bajabas de un avión con tu mantita de regalo. Bueno, ahora cualquier tiempo pasado queda demasiado lejos. Dos meses de encierro en casa sitúa cualquier recuerdo en un marco temporal casi nostálgico. Esa es la imagen que proyectaba Carmen Calvo recostada en su escaño en el Congreso de los Diputados, como abrigada dentro de una mantita. Le faltaba la chimenea al frente y una ventana a través de la que mirar la lluvia de una tarde de sábado. Compostura, al menos. Tampoco pedimos tanto.
8. La casa de Bernarda Alba.
Díaz Ayuso en esencia. La portada de este 10 de mayo le perseguirá ya para siempre durante su carrera política. Y con razón. En una semana nefasta para su gobierno, dimisión de su directora de salud pública incluida, toda una presidenta de Madrid –casi ná al aparato— se descuelga con una foto ridícula, previamente aceptada como suele ser habitual en estas sesiones fotográficas. La más cuidada de todas fotografías analizadas en esta serie de 8 instantáneas y por no por eso, la menos desconcertante.
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